viernes, diciembre 3

Desde el ojo de un afuerino.


Se popularizó el microcuento, la gente empezó a escribir en masa las historias del pueblo, el día a día por las calles. Esas multitudes de cabezas pensantes, pensamientos que aún no lograba entender siendo que eran algo banales... y vamos caminando y analizando.

Primer impacto visual: Todas las ratas igual, caminando en el mismo sentido y al mismo lugar, hasta parecen filas inexorables y opacas de hormigas cazadoras o más bien recolectoras. Más de alguna quiere volar, pero nunca se les enseñó a dejarse llevar por impulsividades, al contrario, las cadenas anquilosadas a sus pies tenían imperativas responsabilidades, eran tan pesadas y evidentes.
Más de alguna rata se convertía en esa hormiga preferente, la líder de imagen sumisa que más adelante sería cabecilla de las opresiones, la que llevaría el arma frente a sus tropas. Y bueno las demás, las demás no eran más que un tipo de hormigas con un problema de sicosis colectiva, esas eran las fieles y buenas amigas pero la vez las más fáciles de dominar.

Impacto profundo: Y seguí caminando, claramente en sentido contrario, leyendo sobre la contracultura iba en mi propia linea, extraña, insurgente, única pero solitaria.
Creo que en mi análisis hablé con alguna compañera, yo espontánea, ella rectilínea, ella centrada yo en las orillas, yo siempre por arriba, ella con los pies implantados en la tierra; y así un sin fin de diferencias que marcaban su personalidad esclavizada con la mía libre, libre como... bueno como algo que aún no nace ni crece, algo que no soy yo claramente. Pensándolo debo ser el estereotipo, el ensayo del creador para un próximo ser libre y perfecto.
Me di cuenta como pensaban, hice mi clasificación habitual de cinco minuto, ellas creen luego ven, como el que siempre ha vivido con poco y con ese poco se conforma, ellas piensan estar en un mundo perfecto casi utópico, porque no conocen más allá de lo que sus ojos ven o escuchan sus oídos, por miedo a la hormiga con yelmo que va al final de la fila, aquella rata-hormiga dogmática que transfiere miedo. Así es como ellas creen y luego creen ver.

Impacto final: Me impresionaba bastante como todo ese vulgo seguía la corriente, pero más me impresionaba que yo nunca caí al río, fue porque mis socios no me dejaron hacerlo y no es que me hayan puesto una cuerda a la cintura ni una pistola en el cuello, si no por el simple hecho de acción y reacción.
Sin darme cuenta estaba siendo víctima de una hipnosis, porque las ratas amigas desaparecieron de las calles y se convirtieron en prototipos de humanos caminando rápido, con sombreros y no en las cabezas sino en las manos, y yo seguía siendo rata... o mejor dicho hormiga, analítica y con espíritu volátil, esa ínfima partícula que veía todo desde abajo, pero anhelaba lo de arriba y no lo de muy arriba...

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