martes, noviembre 30

En una de las muchas


En la ciudad sobre el manto de la noche, las estrellas se extinguen y la luna tan agresiva como siempre no sabe como llamarnos de una manera sutil, nos hemos dado cuenta que actuamos impulsivamente cuando nos encontramos bajo efecto alucinógenos, terminando en un estado etílico deplorable.
En una de esas tantas noches, estaba yo siendo la protagonista de la escena más fantasmagórica de los tiempos, en dónde muchas personas compartían aquel lugar conmigo, estaban igual, incluso peor que yo... yo por lo menos sabía donde estaba parada y frente a quién, habían otros tantos que estaban absolutamente convencidos que vagaban alrededor de algún planeta, en alguna galaxia, muy lejos de dónde habían llegado inicialmente y con todos sus sentidos funcionando al son de lo cuerdo. Mi peor recuerdo es que no hubo ninguno, ya sé cual es el problema de esos estados, y es que abres la boca pero es otra persona la que habla por tí, diciendo quizá lo que sentiste hace muchos años y hoy vuelven a hacer estruendos en tu memoria.
En ese momento yo era artífice de las locuras nocturnas más sicodelicas del momento, con esos bailes de llegada de verano y las tantas luces parpadeantes que no sabía si eran producto de mi imaginación o del foco de luces festivas que te hacen vomitar; y lo peor de todo... lo peor se viene cuando amanece.




Volvamos al tema en el cual yo, yo con vaivenes y personificada
sigo lo ineludible de las casi novelas nocturnas... siendo esclava.

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