lunes, mayo 14

Si Kundera no hubiese tenido esa iluminación humanista por estudiar los clásicos, la era apocalíptica
no se hubiese avecinado con tanta furia sobre nuestras cabezas. Desde principio a fin nos deja atónitos
e indefensos frente a la vida, vida que logra destruir en cuatro o cinco líneas.  

estruendos, estruendos (cabezas dándose contra las paredes)
Desperté, miré por la ventana, encerré a los pájaros 
volví entonces a dormir entre sabanas tibias.
Desperté, miré por la ventana, encerré nuevamente a los pájaros
faltaba uno... faltaban dos.

estruendos, estruendos (mi cabeza dándose contra las paredes)
Por querer deshacerme del peso, deshice los muros,
ahora los gritos se escuchan, ahora las voces son más fuertes.
No fui libre, solo soporté la levedad 
aunque por las noches huelo el sudor de los que viven el peso.
¿Qué elegir: el peso o la levedad? 
Cierro las ventanas del libro, levanto la mirada y veo el pequeño caos
que se levanta tras el correr del mundo...

Mi cabeza se da contra los muros desechos al vivir la insoportable levedad del ser.