sábado, octubre 9

Isaac


En el mundo de Isaac todo empieza por las mañanas y termina a la mitad del día, las noches son para él lo que para mí sería mi peor miedo, repentina, inexorable y sombría.
En el mundo de Isaac existen muchas personas huidizas, las conoce y las desconoce, las ve una vez y luego nunca más las vuelve a contemplar, son personajes incidentes en su cuento corto de pocas páginas.
En el mundo de Isaac no hay reglas, él sólo ríe por dentro, dejandose llevar por el decir del viento, para él no hay mano que aprieta, aunque se rige por su cuota de aguas amargas color violeta.
En el mundo de Isaac hay amigos y enemigos, los amigos los cuenta con los dedos, los enemigos con sus rubios cabellos, aunque su corazón aún chiquito no le de espacios para el odio, su poder de autodefensa es mítico e impredecible.
En el mundo de Isaac no hay miedos, los medios se lo ocultan y a él lo disfrazan con un traje de monstruo devorador de cuerpos plutócratas.
Isaac... recuerdo muy bien el día que lo conocí, en un lugar poco acogedor, abastecedor de miradas frías y repugnantes al ver el nombre que llevaba su hogar.
Su mirada demostraba valentía y sueños próximos, era la mirada de un hombre que ha pasado por altos y bajos, ojos penetrantes que se escabullían en los tuyos haciéndote temblar, pero un temblar agradable, digno de sentir.
Muy pronto pude captar su atención y me convertí en su confidente de habladurías, su compañera de juegos, su aprendiz de señas comunicatorias, su conterránea, colega, socia, camarada, compinche.
El mundo de Isaac era feliz, pero fuera de su mundo, era un niño de no más de tres años con sida, escondido de idas y venidas.





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