miércoles, junio 23

Terapia intensiva

Lo encontraron en su casa de Buenos Aires,
caído en el suelo, desmayado, respirando
apenitas. Mario Benedetti había sufrido el
más feroz ataque de asma de toda su vida.
En el hospital alemán, el oxígeno y las
inyecciones lo devolvieron poquito a poco,
al mundo, o a algún otro planeta más o menos
parecido. Cuando alzaba los párpados, veía
muñequitos que bailaban, tomados de la mano,
en la remota pared, y entonces volvía a sumergirse
en un silencio asueñado y ausente. Estaba molido.
Había sido aporreado por Joe Louis, Rocky Marciano
y Cassius Clay, todos a la vez, aunque él nunca les
había hecho nada.
Escuchó voces, las voces iban y venían, se acercaban,
se alejaban, y en alemán decían algo así como mal, mal
lo veo muy mal, un caso difícil, difícil, quién sabe si
pasa de esta noche. Mario abrió un ojo y no vio
muñequitos. Vio unas túnicas blancas, al pie de su
cama. Con voz de bandera arriada, preguntó.
- ¿Tan grave estoy?
Lo preguntó en perfecto alemán. Y uno de los médicos
se indignó
-¿Y usted porqué habla alemán si se llama Benedetti?
El ataque de risa lo curó del ataque de asma y le
salvó la vida.

Galeano

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