sábado, septiembre 3

''Quedan los pocos que cuentan: aquellos que sienten la necesidad oscura pero obsesiva de testimoniar su drama, su desdicha, su soledad. Son los testigos, los mártires de una época''.
Están destinados a una misión superior (no), no pertenecen a ninguna capilla literaria o cenáculo y, por eso, no tienen como fin tranquilizar a individuos encerrados en una sacristía, si no el de derribar todas las conveniencia, devolviéndonos el sentido de nuestra trágica condición humana. En esta vocación, muchos han sido empujados a la locura, a las drogas, o tantas otras formas del suicidio (tampoco). Recuerdo cuando el doctor Cárcamo me decía que debía empezar urgentemente una terapia psicoanalítica, porque estaba al borde de la locura.
Seguramente se preocupaba de verdad, porque era un buen hombre, pero yo le respondí que solo me salvaría el arte.



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