lunes, noviembre 22

Mi vida y orgullo, te escupe.

Por la gran chucha, salimos del protocolo universal del maldito blog que por cierto maldigo algunas veces; y de ese vocablo culto formal que tanto me estorba estos días, para poder analizar a la gente que está alrededor de mi metro cuadrado. ¿Cuanto hace falta para que las personas de hoy se den cuenta de que lo que son no lo son realmente? ¿Cuánto hace falta para que pongan los pies en la tierra un segundito y vean que no son los único que respiran este aire blanconegro (más negro que blanco)?. Parece que hace falta mucho para que ese mísero día llegue de una vez por todas, aún las mentalidades están al borde de la fantasía minuciosa pero expectante de cualquier carrete que salga loco. Al fin y al cabo después de tantos años de tirarte las bolas te das cuenta que el mundo se extiende más allá de pasarla bien, después de estar envuelto entre tanta mierda junta, tantas invenciones (¡parece que tienes una extensa mentalidad para inventar historias!), tantas relaciones asimétricas que hacen que tu vida ya parezca telenovela, te pegas la limpieza de mente y dices quiero cambiar. Pero ya es tarde, y debes darte cuenta, todos tenemos la misma visión de tí, como persona, como escoria si quieres llamarlo así, y no va a cambiar, aunque ahora estés sumida en esas apariencias absurdas que no se la traga ni el webón que menos te conoce en facebook. Y me acabo de dar cuenta que de generalizar, pasé a individualizar el personaje causante de mi aversión. Pero así es la vida y hay que ser tolerante aunque ya por dentro te he apuñalado unas 37 veces.


Para: Nata. (o no?)

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