Déjame decirte algo, algo que he pensado toda mi vida, vida que ya ni siquiera sé si realmente es la mía, soy como un claustro de mi misma, alguien encerrado dentro de este cascarón que ya no da más con tanto peso encima, corteza débil que amenaza con romperse en cualquier momento y dejar al descubierto el verdadero motivo de mi existencia, los pesares y el destino que vivo... o no vivo. No me conozco, y no me refiero a que mi cuerpo no haya visto, si no que simplemente y como la frase lo dice, no sé quien soy, es como si mis propios gritos cayeran lentamente sobre mi vientre sin verse ellos mismos, sin tratar de formar lazos, y es porque nada en mí tiene lazos entre sí, todos son entes diferentes que actúan por si solos, sin preguntarle al socio de al lado que hacer ni cuando ni como. Mientras mis pocas neuronas piensan en cometer un crimen con cautela y asombro, otro grupo se amontona, se apretuja y se abalanza para hacerlo sin pensarlo, sin pudor y sin espera. Por eso estoy en mute... mientras mi yo que no soy yo quiera hacer algo y mi otra mitad actué diferente, no podré decir una verdad sin contradecirla.
Cuando el sol caiga
y sus rayos lleguen a mi ventana
cuando quiera levantarme de esta cama
con sabanas envolventes y oníricas
y sepa quien soy
de donde vengo
para qué
y porqué
y como
y cuando
y donde
diré las palabras
que aveces sobran
y aveces faltan
y daré una vuelta al mundo
a pie o en bicicleta
quien sabe...
No hay comentarios:
Publicar un comentario