domingo, junio 5

La niebla que nos esconde

Era una niña entre verde y grisácea, entre rojo y azul marino
de los años ochenta, donde en el corazón sólo sonaban bombos
frágil como un volantín
vivía camino a Til til.

Camina los caminos de la tierra
con esos pies tan dañados
las manos sucias pero verdaderas
esas manos que ya no pueden ser más sinceras
esconde un cálido corazón de antaño
ansioso de jugar con la alegría
la alegría del trabajo.

En sus venas corría sangre roja
así como la gente de su suelo poco poblado
sólo los gritos necesarios
pueblito pequeño y campestre
que vivía solo del arado.

Ella sólo quería jugar, no tenía más de seis años
creía en la bondad y la equidad
que no es lo mismo que igualdad.

El tiempo la criaba con desdeño
solo por los cuentos de su abuelo
temía algún llegar a conocer
la ciudad.

¿En que pensará esta pequeña?
¿será que ella sueña y sueña?
que sin saber sumar
ya se da cuenta de la maldad
que arremete contra su pueblo
que aún no sabe de libertad

Mientras más crece más lágrimas derrama
sobre los suelos de la tierra que la vio nacer
sacando frutos de las ramas
que no necesariamente a ella y a su gente le dan de comer.

Se cae el pañuelo de sus ojos, ya no es tan inocua
como hace un par de años atrás
inexorable el ambiente que tiene que respirar
sumiso e inerte no cambia
y sabe que en el futuro, tampoco cambiará.

Cambió, mi niña verde cambió
se volvió negra como el polvo
era una mujer brusca ahogada en su propio sudor
no es la misma, no es la misma
se convirtió en una ninfa
cubierta de rabia
rabia y sudor.

Pero despertó. 

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