sábado, junio 25

El cerebro es el único que no se congela

Era un sábado a las diez de la noche, puede ser que un poco más tarde pero como siempre no me importaba, iba con mis dos socios, esos que acompañan a todas; uno se pega un llamado rápido y están afuera de tu puerta gritando tu nombre. Como todos los sábado en la noche caminamos con un rumbo fijo y a pasito corto pero rápido, ¡por favor que no esté cerrado!, nos mojamos los pies porque ese día se encargo de dejar caer su frío en gotas invisibles que cubrían el pasto de una tela brillante, como me hubiese gustado sentir el pasto con mis pies, claramente no era la época. No había luz, la acción pública no llegaba hasta esos lugares, el tendido eléctrico era inhóspito en lugares como ese, pero como me gustaba que fuera así ¡como me hubiese quedado ahí! pero la presión nos seguía, debíamos llegar luego antes de que el reloj siguiera avanzando, y la luna llegara hasta su cúspide. No lo podía creer el tiempo estaba a mi favor, aunque mi nariz estuviera roja y no sintiera los dedos de mis manos, era increíble el bienestar que me podía dar el ambiente, me sentía sola, pero una soledad agradable, y esos blabla que no lograban transgredir mis pensamientos, que por cierto eran casi intocables. Mis pensamientos lleno de nombres y lugares, fechas y horas, caricias y recelos, paraíso ambientado a mi total control.
¡Que hermoso! todo me parece hermoso, tan perfecto, tan increíble y tan poco admirado por todos, un simple lugar con pasto, una simple poza de agua, uno simples pilares que no aportan en nada pero que aún así a la vista de cualquiera puede ser más que un palacio del siglo 19 en época de derrumbe. Quiero creer que al despertar  tendré otra vez este sentimiento de placer por todo y no volver a caer en que un nuevo día no da más que desgracias e interrupciones de felicidad... quiero creer que saldré de este mundo un momento, que lo rodearé y lo abrazaré con mis cortos brazos, amándolo y odiandolo con todo mi corazón al mismo tiempo. De verdad quiero imaginarme que no todo es tan repugnante como se ve y que aunque la naturaleza no tenga vida a nuestros ojos, bajo nuestros pies se posa un universo paralelo, lleno de cosas por descubrir.
No me despierten, no quiero ver el rostro de personas acorraladas, no quiero volver a la fila, seguiré atrás, viendo a todos pasar, en un mundo inexorable que no para de dar vueltas... no pregunten por mí, sigo en el mismo lugar de siempre, desde atrás observando sólo observando.

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