lunes, enero 31

La misma hora, todos los días.

Con este estereotipo de ser humano que disfruta y no disfruta
vivo la tierra
vivo la gloria
vivo la pesadumbre que conocí obligado desde tiempos remotos
y no digo rojo amanecer
más bien negro amanecer.
(primera persona)
Ese pasado oscuro, es invisible pero lo sientes en tus cadenas,
aquellas que ya están oxidadas de tanto arrastrar
ellas... ellas no se rompen con nada, son tu condena diaria.
En la espalda un emblema, de tu boca un alarido que grita nación
te obligan a ir a la guerra, matar a tu propia sangre, morir en tu
misma legión.
Con los sórdidos zapatos de siempre, vas caminando con la metralladora
en las manos, tu caminar tranquilo, como si nunca fuera a pasar nada
estás en un campo de batalla, pero como siempre haces oidos sordos
a los gritos mudos ¡Te van a acribillar! gritan algunos.
Pero tú sigues caminando, en el fondo suena algo así como requiem for a dream
tus nervios se tensan, salen de sus orbitas tus huesos, recién sientes el peso encima
con los ojos diminutos sigues viendo hacia delante
ese mundo que te espera y no espera a nadie
es tuyo
muerdelo
tócalo
sientelo
pero nunca creas sus susurros
fueron los mismos que te llevaron donde ahora estás parado
no lo recuerdas claro, la mente era aún muy frágil, el cuerpo muy esmirriado
parado... frente a la puerta de tu oficina, sigue otro día
en aquel campo de batalla interminable
esa es tu vida, la que te tocó vivir por no levantarte
vívela, disfrútala, niegala, destrúyela pero jamás le temas.

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