no con la acción del rebuscado querer
si no por un simple arrebato.
Hálito, hálito de pasión que
nos envuelve a los dos
a mí y al mundo.
Se contagia el sentir, y todo
se convierte en un revolcón sátiro
caído en la lúdica forma
de la obseción
del amor
de la sensación de ser uno, siendo dos.
Y los cuerpos de pronto se convierten
en un cuadro admirable, era arte, sólo arte.
Queda reflejado entonces que siempre quieren
jugar con fuego, sabiendo que al final
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