Dos cuerpos rondando en el mismo sendero,
jugando, volando, soñando.
sintiendo.
Tres cuerpos de la mano,
se miran, se llaman, se sienten
y a oscuras esperan y calman las ansias.
Cuatro cuerpos suspiran al unisono,
aullantes.
El fuego cándido pero rojo;
rojo sangre y cielo
sobresale de sus pieles
y se ve a la distancia
en todos sus ojos.
Sus suspiros de a poco se los llevó el viento
el aire, y el olvido.
Gritan pero nadie los escucha,
vuelan pero nadie los ve,
no quieren ser vistos ni encontrados
ni encerrados
ni en silencio.
Un cuerpo desnudo, frente al lago
conjunto a la naturaleza,
unido al mundo y su escondida
belleza
se sumerge en espectros claros
cercanos a la utopía decadente.
Pero a punta de arma los obligan a volver
de su selva, de su mundo
a la ciudad en pena.
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