viernes, noviembre 5

Bienvenido a la capital


El reloj ya va en el sentido contrario, cada minuto es un minuto que se resta a la pseudo vida que vas llevando. El atardecer cae encima más lúgubre, queriendo tirar infinitos y millones de residuos de rocas espaciales que arrojan los marcianos de vez en cuando, queriendo reiterar que hacemos las cosas mal.
Y empieza el espectáculo nocturno, donde cada personaje de este cuento tan surrealista pernocta donde lo lleven sus emociones, o más bien donde caiga muerto.
Las noches en Santiago son como cualquier noche en algún punto estratégico mundial, innominado pero insurgente, queriendo decir algo con cada acto que guarda y esconde. Cada detalle tiene su historia, cada paso que han recorrido las almas y personas, el problema es que se les olvida que las calles también tienen memoria...
recuerdos, sangre en el pavimento, roja e inocente, de ira y acción ferviente. Por otro lado se recuerda también al accionario vestido de verde, inepto como nadie y retrógrada, como por allá bien lejos 1939, 1945. Por allá bien lejos... países potenciados e iluminados por fosas comunes y olvido.
Yo recuerdo muy bien esas calles o quizá es el mundo onírico que se esconde entre mis sueños (pesadillas), aún así recuerdo las historias del Gran Santiago Capital, nunca vi los hechos ni los lugares pero los sentí y recuerdo... siento a Santiago el extranjero dentro, sus calles y cementerios y será así hasta el fin de los tiempos, hasta que la muerte nos separe y aún así siga mi recuerdo, entre el sentimiento de repudio y dolor amén.

Bienvenido te invito a pasar, por mi Santiago que no conozco capital.-

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