domingo, agosto 15

Nada es tan terrible como parece

Era de noche, no recuerdo muy bien la hora, para mí el tiempo en todo sentido es relativo, no me viene ni me va en que momento estén pasando las cosas, al final pasan igual.
Mi escuálida y pálida sombra, que ni de noche se va, me mira atenta como siempre, cada movimiento que yo hago, ella lo repite. No se disipa con nada del mundo, y es tan símil a mí que aveces no sé si yo camino con ella o ella camina con migo.
Era una noche lúgubre como todas las noches, no tenía mucho que hacer, miraba mi ventana y las estrellas como en toda ciudad con suerte se notaban, entonces fue cuando tuve espacio para meditar, mi mente se llenó de pensamientos, algunos demasiado efímeros que no los recuerdo, y otros se quedan rondando un buen rato, esperando por un ¿por qué? por un como y un cuando.
Hacía mucho frío, pero yo, recalcitrante como siempre, no cerraba la ventana, era tan agradable. Derrepente un estruendo llama mi atención, miro hacía afuera... todo normal, la ciudad seguía en llamas.-

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