viernes, agosto 26

Ven mi rostro, mis manos quizás
cuando actúan en el silencio del amor
y no de ese amor cliché que tiene
un hombre a su mujer, si no ese amor
de uno por los demás
por las cosas inertes
que solas no pueden luchar
el amor por la alarma de la humanidad.
Sí, ven esas manos, esas mismas manos
a las cuales yo envidio tanto
por su forma y fuerza
por la historia que queda en sus memorias
y es que han sentido hasta el asfalto
cuando al suelo han caído.
Pero a mí no me han visto
ni los ojos más indómitos de
algún ser olvidado
porque no me he dejado ver
en esta luz que da falsa claridad
a esta ciudad de antaño
que resalta por los grandes edificios
que esconde
la inerte personalidad de la
gente sin nombre.
Han visto mis manos
más alguno la ha recorrido
pero no ven más allá de la piel
deslumbrante que se deja ver
sin razón ni prisa.
No ven el alma caminante
que destruye con sus versos las sonrisas
ni el corazón que palpita
por una realidad cesante
que ya no nos da aire.
Pues diré entonces
que he decidido regalar mis manos
y formarlas de nuevo
para que puedan demostrar
lo que sienten por dentro
¡mírame, esto es lo que soy
miedo
rabia
des-esperanza
y falta de calma! ...





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