lunes, agosto 15

21 noches, 7 horas, 3 minutos (y sigue corriendo el reloj)

Esa, esa con mirada austera y perdida, ensimismada en sus montañas de libros con sueños y letras, iniciada en ermitaña que no mira a los ojos y le gruñe a la gente. No queremos decir que sentimos un odio o rencor por ti ente extraño y ajeno, pero no eres bienvenido en nuestro club armado de clavos y con olor a encierro.
Llueve afuera, me dice un externo, no me importa. 
Subsiste el repudio.
Se alimenta cada día la venganza.
Mi imaginación vuela sobre una mariposa,
esa mariposa me contó lo ocurrido esa noche.
Una noche, una noche bastó y todo se cubrió de sangre, de sangre se cubrió.
Rosa azul vuelve a tu cueva.
Que me ladren los perros yo eludo sus sonidos que penetran mis oídos pero no mi cabeza.
Y quiero tomar el corazón y beberlo y estrujarlo y escupirlo y vomitarlo y olvidar el dolor y olvidarle.
Su rostro indómito se ríe frente a mí, no veo sus ojos, no toco su alma pero sé que existe
Sé que existe, que existe, que rose sus labios sin conocer ni su patente sin haber compartido lugar
No tengo tiempo ni ganas de buscar, no tengo, no tengo.

Alguien duerme a mi lado, no sé de quien se trata pero puedo percibir su olor a vainilla y tabaco, y su respiración fuerte que no me ha dejado dormir en toda la noche. Me doy vueltas, es lo que hago cuando estoy incómoda y el viento no deja de golpear mi ventana. No quiero rozar con mi piel su cuerpo, ni siquiera por equivocación, ni siquiera si mi vida dependiera de eso, ni siquiera si mi alma estuviera al borde de un abismo profundo y negro. Alguien duerme a mi lado, no quiero saber quién es, creía saberlo pero la hipocresía y la arbitrariedad absurda me la han ganado. ¡CORRE! me gritan los externos, los externos  me gritan corre, pero algo me amarra, y veo mis pies y las cadenas me duelen , me atan, llevan un nombre ilegible, no quiero saber de quién se trata, prefiero mantenerlo en secreto. Soy insulsa y abstraída... quiero dormir sola esta noche. 

Me senté, miré hacia un infinito, porque mi mirada no tenía final, era un círculo.
Nada me importaba, ni mi vida, ni las suyas, ni el ambiente ni los ruidos.
Traición
Corte de manos y piernas.
Apuñalada en la espalda.
La niña dormía tranquila en su cama, con una leve luz por su ventana. Tranquila, confía ¡falsa tranquilidad! que abraza a cualquiera y la despedaza. 
Daba vueltas, quería correr, gritar, llorar, refugiarme en el pecho de ellos, esconderme. 
Como siempre, esconderme, y la cueva me llama, y la roza azul me obsequia su lugar.
Alguien me hablaba, que asco su voz que asco sus palabras ¡silencio!

el silencio es parte de la conversación me dice un externo. 

¡ay! como duele, y duele y duele y arde. Sí, arde como llama transparente que quiere salir del inhóspito cuarto de cuatro paredes que encierra su odio en la caja de pandora y no la deja salir por miedo. Miedo a repercusiones, que no existirán en verdad, no, no porque nada existe, sino porque esta es mi realidad.

Ermitaño vuelve a tu encierro, aquí nadie te quiere, desequilibrador de lo estable, ruin, bastardo, obsesivo soñador, amante de lo no que se puede amar en esta vida. Auto torturador de sentimientos fríos que por dentro arden de malos augurios y venganzas, cómete tu corazón y admite que ya destruiste lo único que importaba o que no importaba y por eso lo destruiste ¿cierto? dime que es así que de lo contrario todo esto no tendría sentido, y tu acción no valdría nada. Infante malcriado, te doy la espalda esta vez, te doy la espalda. 


Me senté y lloré por horas
escuché
y desperté
por primera vez desperté
y sentí como se cae de un precipicio
y cuando la caída es muy dura
y me desperté
sonreí
porque supe
al fin
su nombre.

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